Coordinar Nuestro Grupo Interno

(Publicado en Psicología Social para Todos: tierra y escritura del hacer, sentir y pensar — Año 6 Nro. 55 de octubre de 2013; en La Silla del Coordinador con fecha 24/10/2013 y en 1968 Grupalista: Biblioteca de Psicología Social Pichoniana con fecha 31/10/2014)

(Incluido su video en mi Canal Oficial de YouTube)

COORDINAR NUESTRO GRUPO INTERNO

El pasado viernes 30 de agosto fui invitado a dar una charla en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (A.T.E.) de la ciudad de Santa Fe. Allí, pues, participé del seminario sobre Coordinación de Grupos organizado por la profesora Patricia Giménez Lorente, a quien le agradezco una vez más la posibilidad de integrar dicha actividad. En un momento de mi exposición me encontré diciendo que, para coordinar grupos, es fundamental primero poder coordinar nuestro propio grupo interno.

Recordé entonces que el Dr. Enrique Pichon-Rivière distinguía entre grupo interno y grupo externo, siendo éste el grupo real y el primero la internalización que de aquél hacemos. Es decir, el pasaje fantaseado desde el mundo exterior hacia nuestro mundo interior. Mientras el grupo externo es ese que coordinamos en lo concreto, en lo real; el grupo interno es el conjunto de vínculos internalizados en constante interacción, con sus relaciones y sus contenidos propios de las fantasías inconscientes.

Así, es esencial tener en claro la referida división subjetiva cuando cumplimos el rol de coordinar grupos, pues en nuestro complejo mundo interno habitan —entre otros— el saboteador, el emisario, el portavoz, el líder y el silente. Somos sujetos sujetados por las muchas y constantes ambivalencias, polaridades, antagonismos y contradicciones que a diario nos toca vivir: sujeto vs. grupo, lo manifiesto vs. lo latente, proyecto vs. resistencia al cambio, heterogeneidad vs. homogeneidad, y así siguiendo.

No es un dato menor que el fundador de la Psicología Social Argentina considerara que en la enfermedad mental lo que está dañado es precisamente el grupo interno. Otro de los temas sobre los que más fui consultado en mi reunión santafecina resultó ser el conflicto en los grupos. Pues bien, así como no hay ser humano sin conflictos en lo personal, tampoco existen grupos a-conflictivos. Tanto los miembros del grupo como su coordinador deberán tener una cuota de tolerancia ante esta realidad.

El psicoanálisis considera el conflicto psíquico como constitutivo del ser humano y se refiere al mismo cuando se oponen exigencias  internas contrapuestas. Lo aborda desde distintos puntos de vista: lucha entre un deseo y una defensa; conflictos entre las pulsiones; pujas entre los diferentes sistemas o instancias (vgr.: yo, ello y superyó).  Y señala que el síntoma neurótico es el resultado de una transacción o compromiso entre dos grupos de representaciones que actúan como fuerzas contrarias.

Desde una óptica psicosocial, hablamos de procurar convertir en un problema a los distintos dilemas que surgen en nuestro grupo interno y en los grupos externos que coordinamos. Entendemos por dilema a la contradicción o antinomia a la que no se le aplica la dialéctica por lo que, consecuentemente, queda sin resolverse en una síntesis de orden superior. Al transformarlo en un simple problema logramos que ese círculo vicioso que gira sobre sí mismo pueda producir un recorrido en espiral.

Dicho circuito espiralado (tesis, antítesis y síntesis) nos permite tener en cuenta que en todo grupo —donde el conflicto suele aparecer de modo intermitente y constante— siempre están presentes fuerzas contrarias que luchan entre sí. Conflicto deriva del latín co, con = entre dos o más, y flictus = choque o lucha. Una solución dialéctica y psicosocial intentará arribar a una síntesis que contenga ambos polos opuestos, sea que ello suceda en nuestro mundo interior o en el grupo a nuestro cargo.

Si bien la reunión en la muy bella sede de A.T.E. - Santa Fe se extendió durante casi tres horas —lo que permitió el abordaje de muchísimos conceptos atinentes a la coordinación grupal— digamos para finalizar estas breves líneas que, así como la base esencial de una preparación psicoanalítica se aprende pasando uno mismo por el análisis personal y singular, decimos que la técnica de coordinación sólo se puede conseguir a través de la experiencia individual de cada operador psicosocial.

Pensamos que eso se logra mediante una larga preparación y con la práctica de coordinar distintos y variados grupos… y por qué no: también escuchando, sintiendo y coordinando nuestro propio grupo interno.